martes, 8 de febrero de 2022

Marx discípulo de Engels: autocrítica, de Martín Mazora

 

(Ponencia presentada en el Seminario Internacional – Engels 200: Dialéctica y Revolución, organizado por el CEIICH de la UNAM, el 27 de noviembre de 2020)

 


 

Mi exposición tendrá un aspecto autocrítico, referido a un pasaje de mi ensayo Marx discípulo de Engels, y un aspecto afirmativo en lo que concierne a la tesis central del mismo. Comenzaré recordando tres datos fundamentales para entender el papel relevante, y hasta diría excluyente, que el joven Engels jugó en la génesis de la Crítica de la Economía política. 


Primer dato. Como sabemos, en el prólogo de 1859, Marx describe el desarrollo de sus investigaciones en el campo de la Economía. La mayoría de los historiadores del marxismo, sean o no marxistas, suelen identificar ese desarrollo intelectual marxiano con la historia de la Crítica de la Economía política. Un lugar común de tal lectura es citar el pasaje donde Marx afirma que con la Crítica a la filosofía del estado de Hegel, es decir, el manuscrito de 1843, cuya Introducción apareció publicada en los Anales franco-alemanes, llegó a la conclusión de que la anatomía de la sociedad civil (es decir, su clave conceptual) hay que buscarla en la ciencia llamada Economía política. A nuestro juicio, se trata de una conclusión absolutamente infundada, inaceptable, puesto que, de esas dos obras juveniles, Marx no pudo, ni es posible, llegar a tal resultado. En la Crítica del 43 ni siquiera figura el término Economía política, mientras que en la Introducción del 44 aparece una vez, y de modo casual, a raíz de un ejemplo que pone Marx para ilustrar el atraso histórico de Alemania respecto de Francia e Inglaterra. En niguna de las dos obras, se abordan los temas propios de la Economía clásica, de modo que aquella conclusión resulta imposible de ser admitida. Sin embargo, sea por obsecuencia, o por el motivo que fuere, la exégesis la ha aceptado acríticamente. Solo uno de los muchos analistas que he consultado, Adolfo Sánchez Vázquez, demostró ser analíticamente agudo e intelectualmente honesto. En su libro, Filosofía y Economía en el joven Marx, después de citar la cuestionable conclusión marxiana, se anima a señalar: “Pero, en rigor, Marx no había hecho más –y no era poco– que atisbar el terreno que tenía que explorar, aunque sin poner todavía un pie en él”. Más contundente resulta su afirmación, hecha en el estudio preliminar a los Cuadernos de París: “[A través del Esbozo (Sánchez Vázquez se refiere al Esbozo de una crítica de la Economía política, el ensayo de Engels en los Anales franco-alemanes)], Engels le hace ver [a Marx] sobre todo el papel de la economía [política] como clave de la Sociedad civil”. Esta observación deja en claro que aquella presunta conclusión  no la extrajo Marx de sus obras juveniles, sino que fue fruto de la influencia del artículo de Engels. 


Segundo dato. En el mismo prólogo de 1859, después de calificar como genial al mencionado Esbozo engelsiano y de citar La situación de la clase obrera en Inglaterra, libro que Engels publicó en junio de 1845, Marx afirma que con esas dos obras el amigo “había llegado, por una vía distinta, al mismo resultado que yo”. Dos vías distintas, un mismo resultado. A qué resultado se refiere Marx: a La ideología alemana, en última instancia, a la concepción materialista de la historia. 

 

Ahora bien, en el El capital, Marx cita obras propias y obras de Engels como fuentes o fundamentos de lo que sostiene en el texto. Y pienso que es legítimo y conducente ver en ese listado de citas una radiografía, un resumen de la historia de la Crítica de la Economía política. Y qué nos dice el listado. Nos dice que las dos obras del joven Engels (la vía engelsiana al materialismo histórico) aparecen citadas 16 veces, en tanto las obras juveniles de Marx (la supuesta vía marxiana) brillan por su ausencia. El Esbozo figura citado cuatro veces en el primer volumen, en tanto La situación de la clase obrera, once veces en el primer volumen y una vez en el tercero. La primera obra propia que Marx cita en El capital es Miseria de la Filosofía, de 1847. Por tanto, las dos obras del joven Engels son las más antiguas de la lista. También resulta relevante el hecho de que, en cuanto a cantidad de citas, La situación de la clase obrera ocupa el segundo lugar, después de Contribución a la crítica de la Economía política, en tanto el Esbozo ocupa el cuarto lugar, después de Miseria de la filosofía. Detrás del Esbozo viene Trabajo asalariado y capital, luego el Manifiesto comunista, por último El 18 Brumario de Luis Bonaparte.

 

Así, pues, la doble enseñanza que nos deja el listado de citas de El capital es que las dos obras fundamentales del joven Engels no solo constituyen el punto de partida de la Crítica de la Economía política, sino que forman parte también de la fase madura de su historia. 


Tercer y último dato. Después de la muerte de Marx, Engels reeditó varias obras del amigo. En los prólogos que escribió a tal efecto, sistemáticamente atribuyó a Marx el rol fundacional en la génesis de la nueva teoría, minimizando (y a veces excluyendo) su fundamental aporte. De modo que él mismo condenó al Esbozo y a La situación de la clase obrera a ocupar un lugar secundario en dicho proceso. Sin embargo, hay un dato que contradice a esta pretensión de Engels. Y es que, salvo las Tesis sobre Feuerbach, no editó ni reeditó ninguna de las obras juveniles de Marx, ni siquiera publicó La ideología alemana, en cambio, reeditó (y en tres oportunidades) La situación de la clase obrera. Hizo dos ediciones en inglés, una en Nueva York, la otra Londres, y una segunda edición alemana. A juzgar, pues, por lo que Engels decidió editar y no editar, y muy a pesar de lo que sostuvo en los mencionados prólogos, queda claro que no consideró meritorias las obras juveniles del amigo. 


Dos observaciones a lo expuesto hasta aquí. Primera. Aunque resulte paradójico, no deben aceptarse, al menos no en su totalidad, los juicios referidos a la génesis de la Crítica de la Economía política que Marx expuso en el prólogo del 59 ni los vertidos por Engels en los prólogos posteriores a la muerte del amigo.

 

Segunda observación. El hecho de que el joven Engels haya jugado un papel de primer orden en la génesis de la teoría materialista de la historia, no quita a Marx el mérito de haberla enriquecido y desplegado conceptualmente a partir mismo de La ideología alemana. Ya en esta obra hay un nivel de producción teórica al que Engels (sin la formación intelectual ni el talento de Marx) difícilmente hubiese llegado por sí solo.

 

 ***

 

Ahora bien, de los comentarios que recibí sobre estas cuestiones que trato en mi ensayo, las observaciones que me hizo Nicolás González Varela me obligan a una autocrítica. Y es que yo también expongo en mi trabajo una conclusión injustificada. En su Historia de la Liga de los comunistas, Engles afirma, en relación al año 1844, el de la publicación de los Anales franco-alemanes: “Yo creo que no había, en toda la Liga, nadie que hubiese leído un libro de Economía”. Al reproducir y comentar esta apreciación de Engles, yo incluyo a Marx, arbitraria y gratuitamente, en ese grupo de legos. 


Veamos mi arbitrariedad. Aun cuando en la Crítica del 43, en La cuestión judía y en la Introducción del 44, Marx no cite ningún libro de Economía política, ni esa ciencia juegue papel alguno en esas obras, ello no autoriza a concluir que Marx no leyó hasta entonces nada de Economía. Pudo perfectamente haber leído sobre el tema. De hecho, como señalé más arriba y señalo en mi ensayo, en la Introducción del 44, Marx pone como ejemplo una cuestión tomada de la Economía. Y pese a tratarse de un mero ejemplo, basta su presencia en el texto para conjeturar que algo, poco o mucho, leyó sobre la materia. En resumen, mi afirmación de que Marx no leyó Economía política antes de 1844 está fuera de lugar. 


Ahora, el segundo aspecto. Considero que mi afirmación no solo es infundada sino también gratuita, gratuita en virtud de la discusión de fondo que planteo en mi libro, a saber: “lo que aquí realmente importa es si Marx comenzó a leer y extractar obras de Economía política antes de haber leído el Esbozo”; y en otro pasaje: “Marx inició sus estudios económicos a raíz de haber leído el artículo engelsiano”. Es decir, en el marco de mi planteo, no interesa si Marx leyó o no leyó algún libro de Economía antes de 1844. Lo que importa es cuándo comenzó a estudiar obras de Economía como parte de un proyecto de investigación, el proyecto que veía en ella, en la ciencia burguesa, la clave teórica para comprender la sociedad civil y el estado. 


Es de suyo evidente que no bastaba con leer a los economistas clásicos para pergeñar un modelo conceptual como el de la Crítica de la Economía política. Y es que la noción de crítica no pudo haber provenido de ellos ni directa ni indirectamente. Veamos esto con algún detalle. Para los dos fundadores del marxismo, el concepto de crítica no tiene el mero significado de objetar, de poner en duda, de acusar o condenar (como muchas veces se lo entiende), sino un significado teórico específico. Para el Engels del Esbozo y luego para Marx, la Economía política no es una ciencia falsa, sino incompleta, parcial. A entender de ambos, los economistas burgueses descubrieron las leyes fundamentales del capitalismo, pero sin llevarlas hasta sus últimas consecuencias, porque ello hubiese implicado, siempre según Engels y Marx, mostrar las necesarias contradicciones del sistema y, en virtud de ello, aceptar la inexorabilidad de su ruina. La crítica marxista quiere ser una crítica inmanente, interna. Su objetivo es confrontar el orden existente no con modelos externos, idealmente construidos, sino con lo que en germen ya existiría en la propia realidad. Veamos tres citas de Marx y de Engels respecto de esta cuestión. Epílogo de 1873 a El capital: “En 1871 [señala Marx], el señor Nicolai Sieber […] había presentado ya […] mi teoría del valor, del dinero y del capital, como un desenvolvimiento necesario de la doctrina de Smith-Ricardo”. Otra cita de Marx del mismo epílogo: “Es indudable que la economía política ha analizado, aunque de manera incompleta, el valor y la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en esas formas”. Por su parte, Engels, al reseñar el ensayo de Marx Contribución a la crítica de la Economía política, escribe: “Este libro tiende, desde el primer momento, a una síntesis sistemática de todo el conjunto de la ciencia económica, a desarrollar de un modo coherente las leyes de la producción burguesa y del intercambio burgués. Y como los economistas no son más que los intérpretes y los apologistas de estas leyes, el desarrollarlas es, al mismo tiempo, hacer la crítica de toda la literatura económica”.

 

En la expresión Crítica de la Economía política, entonces, el término “crítica” significa desplegar, de modo coherente y hasta sus últimas consecuencias, las leyes descubiertas por la ciencia burguesa, con el agregado de las leyes y conceptos que aportaron Engels y Marx, a fin de mostrar el carácter histórico del sistema liberal, sus insalvables contradicciones internas y, por tanto, su inexorable colapso. Ahora bien; si queremos explicarnos el nacimiento de este modelo teórico-crítico no basta con apelar a los fenómenos económicos, a la historia, o a las disciplinas preexistentes. Además de leer a los economistas ingleses, a los socialistas franceses y a los referentes de la Filosofía clásica alemana, hizo falta la capacidad creadora del joven Engels. Como mínimo, la creatividad para amalgamar de un modo determinado esas tres fuentes.

 

Hegel, por caso, leyó a los economistas clásicos, los citó en su Filosofía del derecho, pero, en su concepción, la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en el concepto de Estado. También Moses Hess leyó a los economistas clásicos. Sin embargo, el fundamento último de su concepción crítica de la sociedad no lo ocupa la Economía política, sino (feuerbachiano al fin) la Antropología filosófica. Tampoco bastaba con leer Religión y Teología para llegar a una filosofía crítica como la que Feuerbach pergeñó en La esencia del cristianismo. Allí también hay un modelo crítico que no puede explicarse sin poner un ojo en la creatividad del filósofo. En definitiva, Marx pudo haber leído a varios economistas antes de leer el Esbozo engelsiano, pero fue el joven Engels quien le hizo ver la posiblidad de una crítica de la sociedad burguesa a partir de una crítica de la Economía política. La originalidad del nuevo enfoque no radicó solo (ni tanto) en presentar un nuevo objeto de reflexión, sino en pergeñar una innovadora modalidad crítica, interna, inmanente, fruto de una reelaboración de la lógica hegeliana.

 

Para epistemólogos e historiadores de la ciencia como Kuhn, Lakatos, Feyerabend o Rescher, las leyes científicas (sean del ámbito que sean) no son entidades reales, susceptibles por tanto de ser descubiertas (como quien destapa algo que está oculto), puesto que no son anteriores e independientes al proceso cognoscitivo. Las leyes son hipótesis que el científico pergeña y pone a prueba para explicar y predecir fenómenos o resolver problemas de su campo de incumbencia. Aunque durante siglos haya pasado desapercibido, los conceptos, métodos, leyes y teorías de la ciencia, incluida la perspectiva crítica esbozada por Engels, son modelos construidos, lo que supone, al menos en parte (tesis inaceptable para una posición materialista), el concurso de la imaginación científica. Flaco fue el favor que Newton hizo a la ciencia al presumir que él no hacía hipótesis, sino que deducía las leyes a partir de los fenómenos. Dos siglos después, Albert Einstein, en una ponencia de 1933, desautorizó al colega: “Todo aquel que descubre [discover] algo en este campo [el de la Física teórica] cree que el producto de su fantasía es tan natural y necesario que lo considera un hecho real y no una imagen brotada del pensamiento. Y quiere que así sea para los demás. [Sin embargo] los conceptos y las leyes fundamentales son invenciones libres del intelecto humano”. Por supuesto que esas invenciones deben ser contrastadas con los hechos y deben demostrar fecundidad explicativa.

 

 

Hijos de su tiempo, Marx y Engels compartieron el supuesto moderno de que las leyes son independientes y anteriores al proceso de su conceptualización. Desde una perspectiva así, el mérito del joven Engels habría consistido, por una parte, en descubrir parcialmente nuevas leyes y contradicciones de la economía burguesa, y, por otra, y más relevante aun, esbozar un método crítico (supuestamente inferido de la cosa misma), acortándole el camino a Marx para llevar los descubrimientos hasta el final. El aporte de Engels fue visto (incluso por él mismo) como un antecedente, pero un antecedente prescindible, puesto que se suponía que, aun sin sus trabajos juveniles (los de Engels), Marx de todos modos hubiese llegado a donde finalmente llegó. Se daba por hecho que las leyes, las contradicciones y las estructuras económicas estaban allí, operando debajo de los fenómenos. Bastaba que alguien con talento supiera ver a fondo, las sacara a la luz y las sistematizara en una teoría. Desde la perspectiva epistemológica contemporánea que hemos adoptado, en cambio, la intución creadora del científico cumple un rol relevante en la formulación de leyes y métodos de la ciencia. De ahí que la Crítica de la Economía política y el método dialéctico (se lo conciba como se lo conciba) podrían no haberse formulado nunca. Sin las dos obras señeras del joven Engels, Marx hubiese podido seguir profundizando su crítica externa, antropológica, del Estado, de la política, incluso de la economía, pero no es razonable pensar que su producción teórico-crítica hubiera tenido la impronta inmanente que finalmente tuvo.

 

 

Dos conclusiones finales. Primera. Una cosa es el papel relevante que el joven Engels jugó en la génesis del marxismo, otra es la consistencia teórica de sus innovaciones. Tan ilusoria como la pretensión newtoniana de deducir las leyes de los fenómenos es la presunción de Engels y Marx de haber descubierto (destapado, desocultado) a cabalidad las leyes del sistema liberal de producción. No hay leyes inmanentes, dialécticas o no dialécticas, ni en la economía, ni en la naturaleza ni en la historia. Perfectamente plausible, en cambio, me parece la dialéctica como método expositivo. 

 

 

Segunda. Los socialistas no marxistas pudieron y podrán ser tachados de utópicos (adjetivo con que Marx y Engels solían descalificarlos) en la medida que sus proyectos no resulten económica, política o socialmente factibles, pero no por el hecho de no basarse en aquellas leyes supuestamente intrínsecas a la realidad. Para decirlo de otro modo: no hay utopías científicas ni, por tanto, puede haber socialismo científico. Proyectos socialistas hay y habrá tantos cuanto la imaginación política pueda concebir. Aunque la ciencia pueda y deba en ello aportar lo suyo, no tiene ni debe tener la última palabra. Toda crítica al orden existente y todo modelo social alternativo solo pueden surgir de la imaginación, de concebir valores e instituciones alternativos a los actuales y no de un supuesto germen o de leyes y contradicciones supuestamente inmanentes que el orden establecido llevaría dentro de sí, como ilusoriamente postula la concepción dialéctica de la historia.

 

Muchas gracias por la atención.

 

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